Aproximadamente el 90% de las personas que ven la imagen dicen que el monito de picos se llama Kiki y que el monito curvo se llama Bouba. A esto se le conoce como el efecto kiki/bouba. Lo interesante es que parece ser transcultural, pues sin importar en qué países o etnias se aplique el test, se obtienen resultados similares.
Ya Sócrates se planteaba en el Cratilo que los nombres podían no ser arbitrarios, mientras que Aristóteles opinó que eran más bien convencionales.
Este pequeño efecto no puede extrapolarse hasta llevar un naturalismo a sus últimas consecuencias. Sin embargo sirve a manera de recordatorio que no TODO es cultural. Quizá seamos bichos tan raros que el 90% de nuestras actividades y nuestra percepción de la realidad dependa de ciertos significados construidos convencionalmente, sin embargo una parte siempre va a estar dada por la biología.
Por eso aunque hablemos de juegos lingüísticos, y digamos que cada disciplina o actividad humana es un juego de lenguaje distinto (la teología, la física y poesía, por ejemplo), hay un mínimo de experiencia humana que siempre habrá en común. El hecho de que no podamos explicitar en qué consiste esta base y hasta donde llega, no significa que debamos volvernos escépticos (que es lo que sucede en el caso de Derrida y la deconstrucción). Si las aclaraciones surgen de un problema verdadero (como "no entiendo lo que quieres decir con x"), y no de un intento por encontrar "fundamentos" (¿de qué serviría eso, por cierto?), la vocación de todo diálogo siempre será el entendimiento.
Por último cabe recordar que son porcentajes, y creo que una de las grandes soluciones a los problemas epistemológicos puede ser la estadística. Los significados son estadísticos, si yo le voy cambiando las partes a un carro y voy haciendo encuestas cada vez un porcentaje menor de las personas estarán de acuerdo en que "todavía es el mismo carro". La transición continua entre ir cambiando partes de unc arro hasta que quede otro completamente nuevo (con partes completamente nuevas) se corresponde a una transición en el parecer intersubjetivo, si se quiere una palabra más mamila, doxástica.
Queda también la posibilidad de explorar las distintas correlaciones que existen en nuestro cerebro, entre colores, formas, sonidos y otras percepciones. Pero quizá sería algo ocioso y terminaría usándose para el marketing, sin duda la brujería de nuestros tiempos.
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